domingo, 18 de enero de 2015

Fundición La Cruz.

Hoy nos hemos desplazado desde Linares a lo que fue la antigua fundición y minas de "La Cruz". Es parte del pasado francés, en la historia de la minería de esta ciudad. 

Hay que recordar que esta zona minera, ya es explotada desde la antigüedad. En 1825 se registra la primera concesión, por un grupo de linarenses, encabezado por el marqués de Remisa. Se divide el filón en varias zonas, llamadas tercios.


El marqués construirá en 1828 la fundición, además aprovechando los cambios de propiedad de algunas zonas del filón, Remisa adquiere la zona denominada Pozo Ancho. Con el tiempo la fundición y el resto de las explotaciones de la zona, son adquiridas por una sociedad francesa, pero esta, por una mala gestión fracasa y abandona la explotación.

La fundición, junto a las explotaciones mineras, serán subastadas en París en 1864, siendo su adjudicatario Sebastián de Neufville. 

La Cruz, con los años se convertirá en una de las empresas emblemáticas de esta ciudad, no solo en la extracción del mineral, sino también en el resto de los sectores que rodea la explotación y transformación del mineral de plomo.

En 1884, se construye "La Reina", la chimenea de salida de la bóveda de humos, la construcción más alta de España, obra de Antonio Conejero constructor e industrial linarense. 


Durante la década de los noventa del siglo XIX, esta empresa colabora en la producción de energía eléctrica para la ciudad, cuando muy pocas ciudades españolas cuenta con este tipo de energía.

Serán estos empresarios franceses, los que creen en 1902, en París "La compañía de electricidad y de tracción en España", nuestro tan querido y recordado tranvía. De ahí que unos de los destinos principales de este nuevo transporte, sea el llegar a la fundición "La Cruz".

Contó con un importante poblado, "la colonia" de la fundición, donde residieron, empleados y empleadores, "juntos pero no revueltos", salvando las distancias y la clase social.

El poblado que contó con capilla-escuela para hijos de mineros y fundidores, así como una importante casa-cuartel de la Guardia Civil. Con más de una historia de una época "oscura" de este país, y que es guardada entre sus muros. Y un palomar, hermano de los existentes en la plaza de Colón y Santa Margarita, que apenas albergo palomas ya que el agua rica en plomo, se encargo de ellas.

Será en 1947, cuando los franceses dejan de explotar la fundición, esta pasa a manos españolas, pero el fin de la prosperidad esta cerca, el declive minero ya es un hecho irreversible.

La empresa se marca como uno de sus objetivos el fundir mineral de otras zonas de España, su producción aumenta, cuando pasa a pertenecer a un consorcio que agrupa a las principales compañías mineras de este país. 

Esta nueva situación, junto con la exportación de mineral africano, no frena la decadencia de esta industria y será en 1990 cuando esta empresa, emblemática de nuestra ciudad cierre sus puertas definitivamente. Instalaciones que son abandonas a su suerte y al saqueo.




Otra ruta que llega a su fin, volvemos desde la desolada fundición a Linares.

Antes de volver a casa, realizamos nuestra parada habitual, unas cañas de cerveza, y nuestra tertulia.
Esta vez la parada es en el Café-bar Marsella, situado en la calle Nueva.

Es un bar de "los de siempre", tapas sencillas y trato cordial.


De primero, hemos pedido la tapa de "la casa", que consiste en lacón con salmorejo, después hemos tomado unas bravas y para terminar, unas gambas rebozadas.