lunes, 29 de diciembre de 2014

Fundición "La Tortilla".

Una parte de la historia minera de Linares se escribió en francés, en la zona de la fundición de La Cruz. Esta historia también tendría su versión inglesa, en varias concesiones del territorio minero. Nuestra visita, se centra en la fundición de La Tortilla y más adelante, pasearemos por el paraje conocido por "Los Lores".

En 1875 se inaugura la fundición, nace por la necesidad de transformar el mineral de los pozos de propiedad inglesa que se explotan alrededor de esta nueva construcción. Pronto, su capacidad de transformación, así como la ampliación de sus instalaciones, es motivada por la llegada del ferrocarril de Andaluces en 1889, es la verdadera razón del aumento del sector metalúrgico en la ciudad, al tener garantizado un transporte rápido y eficaz.   

La fundición alcanza su mayor rendimiento, a partir de 1880, cuando Thomás Sopwith la dirige. Se dedica a comprar minerales de toda la zona minera. Además amplia la fabricación del plomo en diferentes formas: tubos, planchas, perdigones, lingotes ... pasando a ser esta la fundición más versátil de la ciudad.

Tal fue la importancia de la fundición y de los pozos de la zona, que la compañía del tranvía, establece una linea desde Linares, para el transporte de trabajadores, pero sobre todo por el producto metalúrgico y minero, que existe en esta zona de explotación.  

En 1917 es la Sociedad Peñarrolla la nueva propietaria de estas instalaciones y de los pozos que componen este complejo minero. Es como consecuencia de ser el accionista mayoritario, al hacerse mediante la compra de la mayoría de las participaciones de la empresa. 

La fundición mantiene su actividad hasta 1967 y con buenos resultados económicos, incluso durante la guerra civil no ceso su actividad. Pero el declive de la minería y el cierre de las tres líneas ferroviarias que llegaban hasta ella (Andaluces, Carolina y Tranvía) entre 1960 y 1966, propician el cierre de esta fundición.

Nos aproximamos a la fundición, ya desde la distancia podemos divisar la torre de perdigones, alta y esbelta, su silueta es inconfundible.   

Hoy paseando por los restos de las que fueron sus instalaciones, no llegamos a imaginar el hervidero humano que fue, un trabajo penoso, tan horrible y sacrificado como el de minero. Un calor sofocante, inhalando gases tóxicos, de productos como el sulfato de cobre o el cianuro, elementos utilizados en el proceso del desplate, e imaginar las columnas de humo negro y espeso que salían de sus chimeneas.

Al estar lejos de la población de Linares, llegó también a contar esta zona con un poblado minero muy importante. No solo vivían los trabajadores de la fundición y sus familias, también familias de mineros de la explotación de Los Lores. Este poblado contaba con escuela, capilla y un cuartelillo de la Guardia Civil.

Hoy esta fundición, esta en ruinas, los edificios que aún se conservan y de aspecto fantasmal. Es como consecuencia del expolio que esta sufriendo, junto al proceso de degradación motivado por su abandono. De seguir así, llegará a convertirse este importante complejo industrial del siglo XIX, ejemplo del pasado industrial/minero de esta ciudad, en solo "cuatro piedras", ...siempre que no se las lleven también, si no se decide cuidarlos.

Dejamos atrás lo que queda de la fundición La Tortilla, nuestro próximo destino, el paraje conocido como Los Lores. Queremos conocer este paisaje minero y los pozos que conforman la explotación.

Otra ruta que acaba, pero siempre impacientes, por comenzar con la siguiente, pero como es costumbre del grupo, vamos a tomar unas cañas de cerveza y degustar unas tapas. Este ritual es prólogo de tertulia, entre amigos, personas que compartimos una afición común, conocer nuestro entorno y su historia.  

Hoy paramos en el Bar Espronceda, situado en la calle del mismo nombre, de primero hemos pedido, crujiente de langostinos con salsa agridulce, para continuar con solomillo con salsa de pimienta y para terminar, una bombita de morcilla en caldera y membrillo.