

Ya en 1854 existía un poblado minero. Estaba dotado de escuela, iglesia, cuartel de la Guardia Civil, y una cantina llamada "La Saturnina", donde el aguardiente y el vino corrían más que el agua, sobre todo cuando los mineros terminaban su jornada.

Durante sus inicios la explotación cambio varias veces de propietario, siendo la primera "La Sociedad de San Roque y Cristo del Valle". Esta cede la concesión a un particular en 1922, a su vez en 1925 la cede a la Compañía Nueva Linares. Esta explotación fue cerrada en 1934.


Bajamos la cuesta, "la del Mimbre", desde que hemos salido del Pozo el Calvario, no dejamos de ver la silueta de la chimenea del Pozo Cero, una estructura impresionante, de las últimas en ser construidas, bien conservada, la fecha de su construcción 1907, si nos fijamos bien en ella podemos ver la fecha en sus piedras.

En 1918 se constituye la Compañía Minera de Linares y se queda con la concesión de todas las minas que explotan el filón de San Miguel, San José y El Mimbre. Este pozo cesa su explotación en 1930, alcanzando una profundidad de 360 metros.
Nuestro paseo ha llegado a su fin. Es toda una tradición del grupo, pararnos a tomar una cañas, comentar el paseo, hablar de todo y cada uno de los parajes, que hemos visitado. Esta vez elegimos Tatanda, un establecimiento de nueva apertura. En el número 8 de la calle Alemania.
De su cocina, entre otras cosas hemos probado, unos champiñones al horno con foie y brevas, un gazpacho de remolacha y roquefort y unos callos de bacalao, todo muy bueno. Nos marchamos con ganas de repetir la experiencia.