

Linares, en esa época cuenta con una estación de ferrocarril en esta zona. Esto apresuró la construcción del tramo del paseo que llega hasta ella. Es el que se termina más rápido, con todos sus complementos, además el paseo se adorna frente a la estación con el primer templete para la música.

A finales del siglo XIX, Linares cuenta con una importante colonia de ciudadanos europeos de clase alta, su influencia en la joven ciudad de deja notar, incluso en el proyecto del paseo, donde se piensa en construirse a modo de bulevar parisino a imagen del plan de ensanche de París. Una zona central para pasear, dos calles a los lados para el transito de carruajes y del tranvia, calles rematadas por edificios de varias plantas, bellos y elegantes, un lugar de residencia para las familias de clase alta y media, un espacio libre de viviendas humildes de mineros.

En la mitad del siglo XX, se acomete una nueva mejora del paseo, se cambia el suelo de arena por baldosas, jardines con setos y árboles, se plantan las palmeras que aún lo adornan y se colocan los bancos de azulejos que todos hemos conocido. Estas obras de remodelación se realizaron con el dinero que el Estado envió para los damnificados por una riada unos años antes, el Ayuntamiento decide no repartirlo entre los afectados y acometer la reforma.

La glorieta de América se proyecta al mismo tiempo que el paseo y se contempla en Plan de Ensanche. Su destino era totalmente distinto al que conocemos, estaría separada, rotonda para distribuir el tráfico de las nuevas avenidas, como las grandes ciudades, al estilo de París, idea de gran ciudad con grandes avenidas. Sueño truncado una vez más por la economía.
De primero nos han aconsejado probar pollo con crujiente de kikos, continuando con una tapa de Kebab y hemos terminado con plato de presa ibérica